Y llegó un día en por lo que más me lo negara, era la verdad, y acepté que tú eras mi alma gemela, no cabía duda.

Desde que te conocí, tus ojitos pispiretos siempre me llamaron la atención, pero por una extraña razón, se me hacían conocidos. Era como si viera mi reflejo pero en otra persona. Al principio no le di importancia, pero cuando te conocía cada vez más, me sentía más conectada a ti. Era tan interesante como solo ver tu mirada ya me decía todo lo que tu corazón tenía guardado, como éramos tan parecidos, pero a la vez tan complementarios, como podía sentir tus abrazos y caricias a pesar de la distancia. Y llegó un día en por lo que más me lo negara, era la verdad, y acepté que tu eras mi alma gemela, no cabía duda. Que conocerte no fue una simple casualidad, era el destino. Ahora por fin nuestras almas se juntaron después de tanto tiempo, y espero que nosotros dos también.